⚠️ Pérdida de glucosa y estrés renal
La diabetes tipo 2 es un trastorno metabólico progresivo —y cuando no se controla, puede causar daños devastadores en casi todos los sistemas de órganos del cuerpo. Con el tiempo, los niveles de glucosa en sangre, crónicamente elevados, pueden pasar de un valor normal de 80 mg/100 ml a niveles tan altos como 1200 mg/100 ml, lo que desencadena una serie de complicaciones graves e incluso potencialmente mortales.
En un estado no tratado, los riñones luchan por manejar la abrumadora carga de glucosa. Aunque pueden reabsorber hasta 375 mg de glucosa por minuto, cualquier exceso se derrama en la orina, lo que resulta en la pérdida de hasta 100 gramos de glucosa al día. Esto no solo agota las reservas de energía, sino que también provoca un efecto diurético, llevando a una micción excesiva.
⚠️ Deshidratación y sed severas
Cuando la glucosa se acumula en la sangre y no puede entrar en las células, extrae el agua de ellas, dejándolas deshidratadas. Además, los riñones, saturados de glucosa, no logran reabsorber suficiente agua. ¿El resultado? Una deshidratación intensa y una sed constante —señales claras de una diabetes sin control.
⚠️ Daño nervioso (Neuropatía diabética)
La exposición prolongada a niveles elevados de glucosa daña los nervios, aunque los mecanismos aún se están investigando. Una de las vías propuestas implica una reducción del flujo sanguíneo al tejido conectivo (endoneuro) que aísla las neuronas. Este tejido, privado de oxígeno, se vuelve disfuncional, comprometiendo finalmente la vaina de mielina que permite a los nervios funcionar correctamente.
📚 Diabetes, septiembre de 1986; 35(9):1058-61
Las consecuencias de este daño nervioso pueden ser devastadoras:
Pérdida de sensibilidad o entumecimiento en manos y pies, afectando la calidad de vida
Alteraciones peligrosas en el control de la frecuencia cardíaca y la presión arterial
Fallos en el funcionamiento de la vejiga y otros órganos vitales internos
⚠️ Aterosclerosis y complicaciones vasculares
El descontrol del azúcar en la sangre impulsa la aterosclerosis, un proceso en el que se forman placas de grasa en las arterias, estrechando las paredes de los vasos y reduciendo el flujo sanguíneo. En los casos graves, estos vasos pueden llegar a obstruirse por completo.
A largo plazo, esto provoca:
La presión arterial se eleva porque el cuerpo retiene más líquidos de lo normal y los vasos sanguíneos se vuelven más rígidos, obligando al corazón a trabajar con más esfuerzo para mantener la circulación.
Cambios estructurales en las arterias que provocan un endurecimiento permanente y un agravamiento de la hipertensión.
⚠️ Daño tisular y fallo orgánico
Cuando los vasos sanguíneos se dañan, el oxígeno y los nutrientes que transportan no pueden llegar a los órganos vitales. Esto aumenta drásticamente el riesgo d
Infarto o accidente cerebrovascular
Ceguera, debido al daño en los vasos de la retina
Insuficiencia renal, a medida que las nefronas se deterioran progresivamente
Isquemia de las extremidades y gangrena, como resultado de un flujo sanguíneo severamente restringido
⚠️ Cetoacidosis diabética (CAD) y acidosis
En casos graves, el cuerpo empieza a usar la grasa muy rápido para obtener energía, liberando sustancias llamadas cetonas en la sangre. Esto causa acidosis, una caída peligrosa del pH en la sangre que puede llevar a coma diabético o incluso a la muerte si no se atiende a tiempo.
⚠️ Pérdida de peso no intencionada y agotamiento fatal de energía
Cuando las células no pueden usar la glucosa, el cuerpo empieza a consumir la grasa y el músculo para obtener energía. Esto causa una pérdida de peso rápida, un agotamiento extremo y, si no se trata a tiempo, puede provocar la muerte en pocas semanas.
La imperiosa necesidad de entender y combatir la diabetes tipo 2
La diabetes tipo 2 no es simplemente un problema de azúcar elevada en la sangre: es una condición sistémica y degenerativa con consecuencias de gran alcance. Si no se trata, puede destruir silenciosamente la capacidad del cuerpo para funcionar, a menudo sin señales de advertencia evidentes hasta que las complicaciones graves ya se han manifestado.
Comprender qué causa la diabetes tipo 2 —y cómo revertirla o controlarla— es el primer paso para prevenir estos desenlaces. Mientras más temprano sea el tratamiento, mayor será la posibilidad de evitar daños permanentes y de restaurar la salud metabólica.